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Voces y vocalidades Trans

Virginia Zangroniz

En el año 2010, en una noche helada de julio que voy a recordar siempre, celebré en la Plaza de los Dos Congresos, en Buenos Aires, la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario1. Con la sanción de esa ley, mi país, Argentina, se convertía en el primero de América Latina en reconocer el derecho a que dos personas del mismo sexo puedan casarse. Hubo calles y plazas repletas de manifestaciones de apoyo, aunque claro está que el consenso no era total, también hubo calles y plazas con manifestantes que -apegados a un tradicional concepto de familia- rechazaban el uso del término “matrimonio” en parejas de igual sexo.

Como contexto, cabe aclarar que tal “apertura” fue posible porque hubo un gobierno nacional que estuvo a la altura, registró, acompañó y legitimó la lucha que venían dando desde hacía varios años las distintas agrupaciones LGBTI, lucha basada en la consigna “El mismo amor, los mismos derechos, con los mismos nombres”, lucha impulsada por muchos legisladores que formalizaron el sueño de miles de parejas del mismo sexo que habitan conforme a las mismas leyes generales en nuestro país.

A los poquísimos años, en 2012, la sanción de la Ley de Identidad de Género2 redobló la apuesta. Dio paso a que las personas trans3 (travestis, transexuales y transgéneros) puedan inscribir su Documento Nacional de Identidad y toda la documentación personal con el nombre y el género que han elegido.

La nueva Ley ordena incluir los tratamientos médicos específicos por medio del denominado Programa Médico Obligatorio, que garantiza en todo el país la cobertura en salud (tanto pública como privada). Pero la Ley de Identidad de Género y el Programa Médico Obligatorio se amparan en algo fundamental: tener en cuenta las sensaciones y las vivencias del cuerpo de las personas, y rechazar la patologización de quienes deciden instrumentar el cambio de género. En efecto, el artículo 2° describe a la identidad como:

[…] la vivencia interna e individual del género tal como cada persona lo siente, que puede o no corresponder con el sexo asignado al momento de nacer, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género como la vestimenta, el modo de hablar y los modales. (Ley N° 26743, 2012. Negritas propias.)

Si la resistencia al casamiento legal entre personas del mismo sexo se manifestó con tanta intensidad, no puede sorprender una redoblada fuerza de choque ante los derechos a la expresión de género de las personas trans. Lo cierto es que afortunadamente, a partir de la sanción de la Ley, a partir del empuje y el trabajo de grupos y personas que militan estas causas desde hace tanto tiempo, y de los que se fueron sumando, de los que pusieron su voz, de los que pusieron su cuerpo, de los que visibilizaron lo que trató de invisibilizarse, mucho ha cambiado en lo que hace a la atención de personas trans en los sistemas de salud, de hecho la nueva ley, en el artículo 11° incluye el “goce a la salud integral”.

El género a través de la voz

“Así como cada voz tiene un timbre y una altura,
cada silencio tiene un registro y una profundidad”.
(Roberto Juarroz)

A veces cuanto más importante es una gesta, más voluntad hay por querer callarla. Así se generan relaciones de complicidad, con el silencio como una de las formas más terribles de la violencia. El citado segundo artículo de la Ley de Género menciona el modo de hablar y los modales, lo cual involucra a la expresión de la voz, elemento que en la búsqueda del bienestar comunicativo de las personas, a los fonoaudiólogos nos implica, porque de algún modo, recuperar la voz, es recuperar la palabra.

Muchos discursos han sido, y son, mandados al silencio, sin embargo cuántos hay que, subordinados en la sociedad, fluyen por debajo del pensamiento dominante. Los niños, por ejemplo (infans, etimológicamente significa “los que no hablan”), o las mujeres, los homosexuales y los transgénero. Enormes mayorías han sido históricamente silenciadas por sistemáticos dispositivos controladores que construyen la creencia de que la palabra no es propiedad de todos y que generan miedo (a no saber, a preguntar, a hacer el ridículo, a no estar a la altura de las circunstancias, a faltar el respeto, al castigo, a no ser queridos).

El silencio obligado -el silenciamiento más bien-, el silencio como instrumento de poder controlador, muestra claramente la reiterada y reproductiva forma de exclusión de prácticas y discursos. Darse cuenta de la importancia que tiene el hecho de entrar en el orden del discurso (como diría el Foucault de 1973 en El Orden del discurso), es el primer paso hacia la participación real en el desarrollo humano. Entender la relevancia de que hablen, que produzcan mensajes y recuperen la palabra aquellos que han tenido que habitar el silenciamiento, es parte esencial de una batalla comunicacional que es también cultural.

La fonoaudiología y el lugar de la voz

El año pasado, en un artículo que fue publicado por una Revista de Fonoaudiología (Zangroniz, 2016), escribí que la voz es un claro indicador de bienestar tanto físico como emocional, y una de las más importantes portadoras de identidad, identidad como el derecho personalísimo al propio cuerpo, como construcción en base a elecciones también personalísimas, identidad como algo dinámico y en construcción (Zangroniz, 2016, p. 20-21). Y continuaba diciendo en el artículo:

La propia voz, o la voz propia, tal como la identidad, es también dinámica y se construye de acuerdo a múltiples y diversas variables. Construimos nuestra voz a partir de la escucha propia, de la escucha del otro, la construimos con el otro, para diferenciarnos del otro y para ser. Solo que no estamos todo el tiempo pensando en eso. Tenemos una voz y punto. Pero a partir de la voz tenemos también una mirada del mundo. (p. 21)

En la constelación de dominios y de expertos que se ocupan de la voz, la doctora en Fonoaudiología, Patricia Farías (Argentina), ubica a la Fonoaudiología como sigue:

De la voz se ocupa la Fonoaudiología y, dentro de la Fonoaudiología, la actualmente llamada “Vocología”, término acuñado en EEUU por The Voice Foundation (Titze, 1972), donde son denominados vocólogos o vocologistas los profesionales interesados y habilitados para el estudio de la voz humana y sus alteraciones: (i) Vocologista quirúrgico o médico, (ii) Vocologista rehabilitador o fonoaudiólogo, y (iii) Vocologista capacitador o profesor de técnica vocal. (Farías, 2007, p. 106).

De la voz también se ocupa la Foniatría, término con el que Tarneaud (Francia, 1925) definía a la rama de la Medicina que se ocupa de los trastornos de la voz y del habla-lenguaje (Farías, 2007, p. 105). En la actualidad argentina, el uso social del término foniatra remite a los profesionales fonoaudiólogos que se dedican a la reeducación de los trastornos de la voz y el habla, como también de su educación y entrenamiento. En el colectivo profesional se utilizan las denominaciones clínico vocal, fonoterapeuta, terapeuta de voz, o educador vocal y entrenador vocal (solo en el caso de la educación y entrenamiento de la voz), por lo cual tenemos pendiente establecer un término unívoco que remita al profesional fonoaudiólogo que se especializa y ocupa de la voz.

De la relación de la voz con el cuerpo, el filósofo esloveno Mladen Dólar en Una voz y nada más, dice lo siguiente:

La voz se halla […] ubicada en un lugar topológico, paradójico y ambiguo en la intersección del lenguaje y el cuerpo, sin que esta intersección pertenezca a ninguno de los dos. Lo que el lenguaje y el cuerpo tienen en común es la voz, pero la voz no es parte del lenguaje ni del cuerpo. La voz surge del cuerpo, pero no es parte de él, y sostiene al lenguaje sin pertenecer a él […]. (2007, p. 89)

Respecto de la función comunicativa de la voz, Patricia Farías, en el libro La disfonía ocupacional (basada en Luchsinger, Luria, Shrager, Alves y Bermúdez de Alvear), dice:

La voz puede considerarse solo como producción sonora, como acción normal y apropiada de un conjunto de órganos en tanto función fisiológica, pero cuando la contemplamos como un instrumento de transmisión de información, con un contenido simbólico y emocional, constituye un sistema funcional de comunicación que puede modificar intencionadamente el medio ambiente y es forzosamente modificado por las múltiples exigencias de éste. (2012, p. 1)

Queda claro que “no tenemos una voz y punto”, la naturaleza de la voz no parte de esencias, sino -como dice Paul B. Preciado (2010)-, de “relaciones”.  En esa episteme, entonces, la propia voz busca un “territorio de identificación” en el que siempre hay un otro. La visión anterior explica el hecho de que el fenómeno de la voz sea abordado y estudiado por disciplinas biológicas, humanas, artísticas e incluso filosóficas, cada una con un dominio específico que no puede dejar de contemplar el de las otras.

Mi experiencia (de dónde vengo y hacia dónde voy)

El año en que la Ley de Identidad de Género entraba en vigencia, yo trabajaba (y sigo trabajando) en Escuelas de Arte y Profesorados de áreas artísticas, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y en las ciudades de La Plata y Berisso. Soy docente en ámbitos públicos y privados a cargo de asignaturas vinculadas a la voz que, de acuerdo a la carrera, se denominan: Educación Vocal, Foniatría, Voz, o Trabajo Vocal. En paralelo, atendía (y sigo atendiendo) en un consultorio privado a personas con demandas específicas en relación a su voz, tanto en educación o entrenamiento como en dificultades o patologías, mayormente consultantes con disfonías derivadas de cuestiones laborales, artísticas o docentes.

De esa manera mi quehacer profesional transcurría en una zona de cierto confort, con la “comodidad” que da el hecho de sentir cierta seguridad en lo que una hace y sabe, según lo aprendido durante la formación y según las propias búsquedas. Cursé una carrera de grado y otra de posgrado, caminé por cursos, jornadas y congresos nacionales e internacionales, fui contactándome con profesionales y técnicos interesantísimos con quienes sigo aprendiendo.

Agradezco esa formación y el hecho de pertenecer a un colectivo de fonoaudiólogos que no deja de crecer.

En Argentina, la Fonoaudiología es una disciplina relativamente nueva, que de a poco va demostrando cuán necesaria es en los ámbitos de la salud, la educación y el arte. Como fonoaudióloga, después de varios años de trabajar como educadora y entrenadora vocal y en clínica vocal, sabía qué tenía que hacer ante demandas de pacientes con determinadas patologías; sabía qué tenía que hacer con actores, cantantes, locutores y oradores que querían trabajar con su voz, con su expresión y con la exploración de sus posibilidades vocales. Mi vida profesional discurría cómodamente, hasta que llegó un día que instaló la sensación de que empezaba algo nuevo.

La consulta iniciática

Un día a finales de 2012 una mujer se contactó telefónicamente conmigo en nombre de otra persona (de quien mencionó solamente su apellido), para solicitar una consulta sobre un tratamiento vocal. Un tiempo antes había llamado para obtener datos acerca de la consulta y la cobertura de la obra social, y tampoco mencionaba el nombre de la persona interesada. Hasta ahí, algo habitual: alguien quería trabajar con la voz.

Al poco tiempo recibo a la persona apellidada y no nombrada. Se trataba de un chico trans de 20 años que consultaba por su voz. Confieso que me costó ubicarme, porque la persona que tenía delante de mí era un hombre. No sé qué idea de chico trans había en mi imaginario, pero repito que con quien me encontré fue con un hombre, con todas las características que a priori se reconocen en un típico hombre. Era verano y llevaba pantalones cortos, recuerdo su barba y sus pelos en las piernas, y claro, también su voz. Especialmente su voz. Tenía una preciosa voz de hombre, bien colocada, grave y con un color particular. Tenía una expresión segura, hablaba pausado y con poca variación, con una voz sana. Con solo escucharla quedaba claro.

Él, que de ahora en más llamaré An, llegó con una evaluación médico otorrinolaringológica (ORL) que en el informe decía “No presenta patología vocal orgánica”. Traía la firma de Santiago Vázquez, destacado médico ORL de la ciudad de La Plata, con quien compartimos varios pacientes, espacios de formación y actualización, y una cátedra interdisciplinaria de Eufonía y Educación Vocal en la carrera de Fonoaudiología perteneciente a una universidad privada de la ciudad de La Plata.

Vázquez le había sugerido a An que viniera a verme. En ese primer encuentro, en el marco de llegar a descubrir que lo que necesitaba y venía a buscar era entrenamiento y no tratamiento, An relató que venía de una experiencia previa con otra fonoaudióloga, con quien había trabajado muy poco tiempo porque ella intentaba encontrarle una patología para poder tratarlo (una patología que no existía). Había mencionado un escape de aire y algo en relación al tono. Entendí aquel intento de mi colega, hasta que escuché qué era lo que le pasaba: An estaba preocupado por la “pérdida de los agudos”.

Antes de su transición, que comenzó a los 17 años, An era cantante. Estudiaba canto y cantaba en una banda, y hacía, entre otras cosas, un repertorio que incluía canciones japonesas. Claro, lo hacía con su registro de voz de mujer, del que hoy no hay ni vestigios. Recién ahí entendí qué era lo que estaba buscando y al instante supe que iba a ayudarlo. Quedamos en volver a vernos, y así fue. Antes de irse me dejó algunos links con información de su repertorio y de la temática trans vocal en general. Me quedé con una sola certeza: de algún modo iba a colaborar con él y su “deseo vocal”. Esa misma tarde empecé a leer lo que An me había dejado y después seguí leyendo otros materiales que fueron apareciendo.

Todo estaba en inglés. Buscaba material en español y no encontraba. La mayoría de las experiencias eran de Estados Unidos y Canadá. Empecé por leer lo que aparecía y por retomar mis clases de inglés con el fin específico de comprender esa información acerca de las voces y las vocalidades trans.

Recordé que en 2010, en ocasión de asistir a un Congreso en Chile4, había escuchado con sumo interés la ponencia de la colega Celina Malebrán, que abordaba cuestiones de la voz en mujeres trans. Fue mi primer contacto con el tema, tomé apuntes que al tiempo releí y me llevaron a contactarme con Malebrán. Afortunadamente, cuando la consulta de An llegó a mí, en nuestro país ya estaba sancionada la Ley de Identidad de Género, sin embargo poco se sabía a nivel del sistema de salud tanto público como privado, o poco sabía yo, y poco o nada ocurría en mi ciudad al respecto.

En Chile, en aquellos días del Congreso, todavía se hablaba en términos de Trastorno de Identidad de Género (TIG). Sin embargo, cuando An me consultó, el DSM-55 había sustituido el término TIG por “Disforia de Género”, y nosotros en Argentina ya empezábamos a hablar de otra cosa, que desde la Fonoaudiología todavía no se había puesto a nombrar, por lo menos que yo supiera.

Segunda consulta de An

En un segundo encuentro con An, me cuenta que estaba haciendo un tratamiento hormonal desde el año 2010 con Testosterona cada tres meses.

Refiere notar agravamiento en la voz después de la primera aplicación (inyectable) de la testosterona. Manifiesta que su voz se estabiliza al tiempo (no especifica cuánto). Cuenta también que experimentó períodos de “no control” de su voz (fluctuaba entre aguda y grave y grave y aguda a lo largo del día durante un tiempo, asimilable a lo experimentado por los adolescentes en el momento de la muda vocal). An trae de nuevo su preocupación por la pérdida de agudos.

Recuerdo esa tarde especialmente, porque le dije a An que podríamos trabajar sobre el tema que tanto le preocupaba, que podríamos utilizar, haciendo algunas adaptaciones, la misma técnica de trabajo que con los cantantes profesionales que plantean algo similar: “no llego a tal nota a la que antes llegaba sin dificultad”. Amparada en esa posibilidad marché ese día a la consulta con mi analista, hablé del nuevo desafío en el que me acababa de embarcar y del que suponía estar absolutamente despojada de certezas. Comenté lo de la “pérdida de los agudos” y la psicóloga soltó un “algo hay que perder”. Así, dio por terminada la sesión.

Siguientes encuentros con An

En el siguiente encuentro con An armé su historia clínica, realicé una Evaluación de Riesgo Vocal y quise escuchar su voz hablada y cantada. Algo había de esfuerzo al intentar llegar a esas notas que le quedaban lejanas, lo cual se reflejaba en su cuello, en su rostro y en su voz. Comenzamos por trabajar con ejercicios de relajación activa para eliminar principalmente la tensión del cuello, luego trabajamos con músculos de la cara y órganos fonoarticulatorios.

Observé cómo era su respiración y, por tener un trabajo previo en relación a su voz cantada, decidí no intervenirla por el momento.

Para tratar de compensar la tensión muscular, le sugerí que hiciera alguna actividad física que favoreciera la elongación y el estiramiento. Le mencioné caminatas, stretching, natación, Pilates, Feldenkrais, Matthías Alexander o lo que pudiera sumar al entrenamiento físico de musculación con sobrecarga de peso que él ya venía practicando con el objetivo de tonificar y ganar masa muscular.

Empezábamos juntos a transitar un camino de descubrimientos y aprendizajes. Le agradezco a An su acercamiento a mi consultorio, porque me instaló preguntas que no me había formulado, hizo no solo tambalear mis conocimientos fonoaudiológicos sobre la voz, sino desplazar muchos de ellos para posicionarme en un lugar de “no saber”. En efecto, de las voces trans, tenía todo por aprender, y en ese tiempo la investigación pasó a ocupar mi cabeza, mi tiempo, mi energía.

Mis caminos de búsqueda

Con la llegada del 2013 yo seguía buscando a alguien que hiciera algo relacionado con lo que estaba empezando a hacer. Le escribí al doctor César Fidalgo, quién aparecía en las redes como Jefe del Servicio de Urología del Hospital Ricardo Gutiérrez de La Plata, donde funciona el Equipo de Reasignación Genital. Después de un tiempo decidí presentarme en el Servicio y solicitar una entrevista con él. Enseguida me dieron la cita y allí fui muy bien recibida.

Le conté al doctor el motivo de mi visita, le expliqué que quería conocer o vincularme con la o el profesional fonoaudióloga/o del Equipo, pero grande fue mi asombro cuando me dijo que ahí no había nadie que se ocupara de la voz, se mostró interesado en lo que yo relataba acerca de la cuestión vocal trans, y me ofreció sumarme al Equipo con la finalidad de hacer esa experiencia que yo estaba buscando. 

Presenté mi currículum vitae con una propuesta de trabajo y mi incorporación fue casi inmediata. A partir de entonces abordamos la primera experiencia en “Adecuación vocal saludable”, en un marco interdisciplinario, en un Hospital que hace 20 años hizo la primera cirugía de Reasignación Genital del sistema de Salud pública del país.

Por entonces había empezado una comunicación con Celina Malebrán. Lamentábamos juntas la carencia de material bibliográfico en castellano sobre cuestiones de voces trans, pero compartíamos experiencias y dudas que a mí me hacían sentir estimulada, apoyada y acompañada. Además, aunque la experiencia de ella era con mujeres trans y la mía venía siendo con un hombre trans, el hecho de poder compartir estudios y procedimientos de trabajo similares me daba cierta tranquilidad.

Adelantándome, sigo ejerciendo (ad honorem) mi quehacer en el Gutiérrez, y hoy el Programa de Adecuación Vocal se ofrece en el Servicio como una alternativa de adecuación vocal saludable. Con el término “saludable” nos referimos a la optimización y a la eficiencia vocal, pues partimos de la idea de que una comunicación es eficiente cuando existe salud vocal, entendiendo por “salud vocal” a todo el proceso implicado en su producción, que es dinámico y modificable en función de distintos niveles y dimensiones.

Nueva consulta. Hacia un giro paradigmático

Llegó el día en que en el Servicio recibí la primera consulta de una mujer trans de 24 años que quería feminizar su voz. Me contó que había sido operada del tabique nasal hacía cinco meses, y que desde hacía dos años llevaba adelante un tratamiento hormonal. Decía tener una voz “muy nasal”, y la describía como “muy adolescente todavía”.

Yo escuché una voz con una alteración resonancial, con un poco de aspereza y soplo. Observé trastornos articulatorios y en la Articulación Temporoman-dibular (ATM), aparecían también mecanismos de compensación laríngea y tensión en el cuello. En efecto, la comunicación se notaba afectada. Escuché qué quería hacer, le expliqué qué podíamos hacer, de qué manera podíamos trabajar, los pasos de la “acomodación”, la técnica de respiración que utiliza-ríamos, y luego de mencionar el porqué, hice la derivación al servicio de ORL del Hospital para determinar su estado de salud vocal.

En caso de existir una patología sería derivada al correspondiente tratamiento (fonoaudiológico, médico o ambos), y en caso de constatar salud vocal podríamos comenzar con el programa de adecuación. También le sugerí una consulta en Odontología con especialistas en ATM. Le armé un plan con ejercicios para trabajar cuello, hombros y cabeza, y quedamos en vernos de nuevo.

Al revisar los instrumentos de que disponía para evaluar una voz, me di cuenta de que los que venía utilizando no me alcanzaban, que las preguntas que realizaba hasta ahora en la anamnesis no completaban lo que necesitaba saber. Me di cuenta de que, por más que la población comparta características, no podía instrumentar pruebas estandarizadas. De un modo u otro, tenía que hacer los instrumentos a medida, tallarlos a mano.

Necesitaba ofrecer una escucha empática, una nueva escucha. Fue así que comencé a realizar preguntas del orden de “¿cuál es su deseo en relación a su voz?”, o “¿qué siente en relación a su voz?”, o “¿está conforme con su voz?”.

Ese tipo de preguntas alcanzaban otra dimensión: la del deseo. A partir de ese momento en la Ficha de Evaluación Fonoaudiológica hay un espacio habilitado para el deseo.

Tuve que agregar también un ítem que me permitiera obtener información acerca de la administración de hormonas, y si ha sido indicada y supervisada dentro o fuera de los sistemas de salud, fundamentalmente porque existen muchas personas trans, sobre todo las mayores, que llegan tardíamente a la consulta como consecuencia de haber sido expulsadas del sistema de salud a través de los años. No pocas personas refieren haberse “atendido” por fuera, en manos de amigas/os, compañeras/os o simplemente a través de indicaciones médicas hechas a otras/os compañera/os.

Como aporte para estas notas, le pedí a Claudia Capandegui (ginecóloga, especialista en Endocrinología e integrante del Equipo del Gutiérrez) que escriba sus reflexiones sobre los procesos de transformación de la voz como consecuencia de la aplicación de hormonas en las personas trans. Claudia escribió lo que sigue:

El tratamiento de reemplazo hormonal con el uso de hormonas androgénicas en hombres trans puede bajar el tono de la voz y aumentar la resonancia y volumen de pecho. Dichos cambios se manifiestan a partir de los 6-12 meses de iniciada la TRH y el efecto máximo puede tardar entre 1-2 años. En el caso de las mujeres trans, los TRH no tienen efecto sobre las propiedades de la voz. (Nov/2017)

Agus, otro usuario del Servicio, escribió su concepción de la voz en la Ficha de Evaluación Fonoaudiológica:

La voz para mí, es lo que me representa, lo que me expresa frente a las personas, es como una segunda cara (en buen sentido). Es parte de tu vida, con ella decís cómo te sentís cuando amás a una persona, cuando te sentís mal, cuando estás enfermo… Todo se nota en la voz: voces que incitan serenidad, voces que incitan rebeldía… La voz es parte de lo que representa a una persona, las voces son únicas, y cada una tiene algo especial. (2017)

“Los otros no reconocen la voz que la testosterona induce”. Instrumentos de evaluación.

En los casos de transición de hombre (biológico) a mujer (trans), aparecen con mayor frecuencia, en las consultas, expresiones como “mi voz es muy nasal”, “es aniñada”, “es muy grave”, “me confunden por teléfono”, o “no me coincide el audio con el video”.

En el caso del cambio de mujer (biológica) a hombre (trans) aparecen expresiones como “mi voz parece no decidirse”, “me duele la garganta”, “hago esfuerzos por mantenerla baja”, “hablo por teléfono y del otro lado no me reconocen”.

El teléfono ha dejado de ser un fiel emisario para convertirse en un traidor. Llamo a mi madre y ella contesta: ‘¿Quién está ahí? ¿Quién es?’ La ruptura del reconocimiento hace ahora explícita una distancia que siempre existió. Yo hablaba y ellos no me reconocían6.

Paul B. describe sus sensaciones de la siguiente manera:

Estoy acostumbrándome a mi nueva voz. La administración de testosterona hace que las cuerdas vocales crezcan y se engrosen, produciendo un timbre más grave. Esta voz surge como una máscara de aire que viene de dentro. Siento una vibración que se propaga en mi garganta como si fuera una grabación que sale a través de mi boca transformándola en un megáfono de lo extraño. Yo no me reconozco. Pero, ¿qué quiere decir ‘yo’ en esta frase? (2010)

Finalmente, en el mismo post de su blog, Preciado ofrece una reflexión filosófica que asocia el cuerpo, la anatomía, la liberación y la verdad: “Esta voz aparentemente masculina recodifica mi cuerpo y lo libera de verificación anatómica. La violencia epistémica del binarismo sexual y de género reduce la radical heterogeneidad de esa nueva voz a la masculinidad. La voz es el amo de la verdad. (2010)”.

De la observación y evaluación en muchos de los casos de mujeres trans se consigna cirugía nasal y a veces se observa una marcada modificación en la resonancia. En lo estrictamente fonoaudiológico aparece mayormente tensión laríngea, fatiga vocal, soplo, aspereza, carraspeo, intensidades altas, resonancia nasal, hipernasalización y disfonía leve. En algunos casos se consigna el susurro como elección comunicativa y aparecen también dificultades articulatorias (la más común es la interdentalización).

Los instrumentos de evaluación que se utilizan en el Servicio del Gutiérrez son: Ficha de Evaluación Fonoaudiológica, Ficha de Evaluación de Riesgo Vocal, Escala RASATI y Laboratorio de Voz. En algunos casos se realizan derivaciones a otros centros para el suministro de otras pruebas o estudios específicos. La evaluación tiene varias etapas, y consiste en la evaluación perceptual y acústica de los parámetros vocales y la habilidad fonatoria. Una vez evaluada y valorada la información relevante, se arma el plan de trabajo y se “Una voz que no era hasta ahora la mía busca refugio en mi cuerpo y se lo voy a dar”, escribe Preciado en su blog, comentando el tema del reconocimiento de la nueva voz así: informa al “paciente” o “usuario” del sistema de salud, según corresponda, cuáles son las posibilidades reales de modificación o adecuación vocal. 

Aclaremos que en el Equipo no nos referimos en términos de “pacientes”, sino de “usuarios del sistema de salud”. Si la persona resultara “paciente”, sería a causa de haber detectado en ella una patología vocal, en tal caso debería realizar previamente el tratamiento correspondiente. Solo un “usuario” está en condiciones de comenzar con el Programa de Adecuación Vocal saludable.

Plan de trabajo

- El plan de trabajo, cuyo objetivo es una adecuación vocal saludable para el logro del bienestar comunicativo, se centra en:

- Adecuación miofuncional
- Trabajo con músculos fono-articulatorios
- Logro de la eutonía
- Técnica de respiración
- Trabajo de coordinación fono-respiratoria
- Ejercicios vocálicos. Emisión.
- Establecimiento de una nueva Frecuencia fundamental (Fo)
- Pautas de cuidado vocal
- Entrenamiento vocal específico (compatible con el que se realiza con profesionales de la voz)

El Plan obtiene logros en cuanto a cambios en la voz, la optimización del tono, la ausencia de fatiga vocal y la relajación muscular. Pero deben señalarse también las dificultades que el Plan enfrenta, una de las cuales radica en que muchos usuarios del sistema de salud viven lejos del Hospital, otros tienen horarios de trabajo por la mañana y los hospitales centran la atención de consultorios externos en la mañana. Todo ello dificulta la continuidad de los tratamientos, por eso se está trabajando en la implementación de una plataforma a través de Skype y medios alternativos.

Lo cierto es que el método no estandarizado y el trabajo interdisciplinario colocan, de esta manera, al Equipo del Gutiérrez, en medio de un giro paradigmático en el más pleno sentido kuhniano de la expresión: al pasar de un paradigma a otro (de la patologización al derecho a la expresión de género), cambian las concepciones del mundo, los conceptos, las ideas, los procedimientos y los métodos de trabajo. Con el Programa de Adecuación Vocal Saludable que llevo adelante, las personas, por derecho, pueden empezar por quedar adheridas al sistema público de salud en espacios que, intentamos cotidianamente todos los integrantes del Equipo, sean inclusivos. En su mayoría las personas llegan al Servicio consultando por la cirugía de reasignación, pero ahí se les ofrecen todas las posibilidades con las que cuenta el Servicio, que trabaja interdisciplinariamente en espacios de consulta y tratamiento.

Llegan personas que solo asisten al espacio por la psicóloga, otras que lo hacen por la ginecóloga para realizar tratamientos de hormonización, otras llegan al espacio fonoaudiológico, y la mayoría concurre a los tres espacios.

Algunas personas solo tienen en mente las intervenciones quirúrgicas, pero no todas la reasignación. Lo concreto es que lleguen por donde lleguen y por lo que lleguen, tratamos de lograr que se queden, si es su deseo, y de ofrecerles posibilidades que muchas veces desconocían (de ellas dependerá desestimarlas o tomarlas).

No conozco otra manera de trabajar en esta temática (como en muchas otras) que no sea a través de un enfoque interdisciplinario. El ejercicio de la interdisciplina es fundamental y tiene como consecuencia, entre otras, la transformación teórico-metodológica de las disciplinas intervinientes. 

Trabajar desde la interdisciplinariedad requiere mucha paciencia, sobre todo con “lo que no se sabe”, porque hay que desplazarse de los lugares seguros para dar paso a las incertidumbres que generan las nuevas preguntas. El quehacer interdisciplinario supone abrirse a ser más bien un amateur con “mirada naif” que, como confirma Edgar Morin (2005), para resolver un problema, incorpora procedimientos que exceden el saber formal académico. La compleja tarea interdisciplinaria se enfrenta a problemas teórico-prácticos que de vez en cuando se tornan más complejos y que no podrían ser resueltos en las soledades disciplinares. 

Considerada la realidad como una totalidad estructurada y a la vez estructurante, la orientación interdisciplinaria se enmarca en una concepción constructivista de la realidad. En efecto, los problemas no conocen de fronteras disciplinarias y los límites de cada disciplina no están fijos ni determinados para siempre, motivo por el cual hace cuatro décadas Jean Piaget ya decía que,

[…] nada nos compele a dividir lo real en compartimentos estancos, o en pisos simplemente superpuestos que corresponden a las fronteras aparentes de nuestras disciplinas científicas, por el contrario, todo nos obliga a comprometemos en la búsqueda de instancias y mecanismos comunes. La interdisciplinariedad deja de ser un lujo o un producto ocasional para convertirse en la condición misma del progreso. (1976, p. 141)

La interdisciplina, por consiguiente, se construye con un trabajo que produce algo nuevo. Pero no se concretiza exclusivamente a nivel del saber disciplinar, sino -tal como asegura Nora Elichiry- “a través de los miembros del equipo de trabajo, que en grupos heterogéneos aportan prácticas convergentes.

Es por ello que la cooperación orgánica entre los miembros del equipo es básica.” (2009, p. 5)

Por mi parte, en el artículo que ya cité, escribí:

[…] el trabajo desde la interdisciplina es también ideológico e implica despojarse de ciertos clishés y conductas hegemónicas, y entrar en consonancia con unos otros que tienen parte de un saber que a mí me falta y me completa y de ese modo nos posibilita llegar a ese todo que es la nueva pregunta o el nuevo punto de partida. (2016, p. 20)

Volvamos a An

Tuvimos no muchos encuentros más de los que mencioné, porque An había empezado a ensayar una obra de teatro y, por sus horarios de ensayo y compromisos con la actuación, dejamos de vernos. Sin embargo, de tanto en tanto, en espacios vinculados a temáticas trans, seguimos estando en contacto.

No hace mucho me crucé con él y le propuse que piense en qué significado tiene para él su voz. Le pedí que escriba algo sobre su voz. No hace muchos días me envió por watsapp el relato que a continuación copio en toda su extensión y sin modificar ni una letra de lo que An escribió:

Erradamente la voz, el tono de voz, el color de la voz, de cada persona, no está visto únicamente como una herramienta de comunicación. Es una de las tantas características, sujetas a cada modelo de género hegemónico. Y digo hegemónico, porque, también se piensa a las voces, dentro de un espectro binario (voz de hombre, voz de mujer), sin pensar en sus variantes, o inclusive, en resignificar sus características.

Antes de mi transición química, nunca me sentí cómodo con mi voz, pero, tenía una amplia aptitud física para cantar, que era lo único que podía disfrutar de mi voz. Poder llegar a tonos agudos, para mí, era increíble, y cuasi adrenalínico, en esos momentos, podía sentirme cómodo conmigo mismo. Lamentablemente, y puntualmente la testosterona, arruina las aptitudes físicas para el canto, así que perdí mucha parte de mi registro vocal. Esto me puso muy triste, e inicie clases de canto nuevamente, las cuales había dejado, y tratamientos fonoaudiológicos... Por distintas razones, no pude seguirlas por mucho tiempo, lo cual derivó a que me frustre, y deje el canto.

También durante el cambio de mi voz, tuve una sensación física muy extraña, la cual me llevo años para adaptarme, puntualmente a la hora de cantar, mientras seguía practicando canto. Mi conciencia sabía que ahora iba a tener un registro diferente, y una voz diferente, pero mi cuerpo, no lo entendía, quería seguir buscando, el registro, y la voz vieja. Supongo que al cuerpo le costó mucho trabajo reacomodarse, ya que, fue un cambio dentro de todo bastante rápido, como una pubertad acelerada, y comprendo que para mi cuerpo, esto fue bastante confuso.

Actualmente, mi voz es un factor importante dentro de mi construcción, y me puedo sentir cómodo al oírme, lo que me permite, que también esté cómodo a la hora de hablar y expresar mis ideas, y explayar quien soy, como activista, por lo que considero, que es una herramienta muy importante, que me representa,

y representa todo mi camino, mi lucha, y mi recorrido. Pero también, me gustaría mucho, poder educar esta voz, para poder darle diferentes tonalidades, y poder también, jugar y romper con algunos esquemas de género, y llevarlo a otros lados artísticos, como es el Drag Queen, y la actuación, donde se utiliza además, mucho lenguaje corporal.

An, 24 años.

Momento de reflexionar sobre la voz

“Este cuerpo que es mío. Este cuerpo que no es mío.
Este cuerpo que, sin embargo, es mío. Este cuerpo extraño.
Mi única patria. Mi habitación. Este cuerpo a reconquistar.”
(“La Meurtritude”, Jeanne Hyvrard)

Elaborada a partir de proyectos de los movimientos activistas, la Ley de Identidad de Género exige examinar la idea de salud de las personas trans para poder alcanzar buenas prácticas y tomar decisiones responsables basadas no solo en un deseo presente, sino en un plan de vida saludable a futuro. La Ley también exige el autoexamen y la autoreflexión de las disciplinas intervinientes, pues muchos profesionales que hoy atienden personas trans han sido formados en el paradigma de la patologización, en el cual el saber lo tienen exclusivamente ellos.

Hoy sabemos, y si todavía no sabemos podemos aprender, que no hay una psicopatología específica propia de las personas trans (diferente de las que pueda haber en el resto de la población). El hecho de que los profesionales conciban las personas transgénero en términos psicopatológicos arraiga, sin dudas, graves prejuicios e ignorancias.

A partir de los avances legislativos, ahora entonces la lucha es cultural, ahora la meta pasa por llevar adelante políticas públicas efectivas para el acceso de la población trans a sus derechos en materia de salud, como también laborales y educativos, en todo el país, para poder enfrentar y superar las múltiples formas que adopta la violencia.

Según las costumbres y patrones de cada cultura, existen muchas construcciones trans, entre las cuales y más visibles se encuentran las posturas, los gestos y los tonos de voz. Dominar esos procesos constructivos y relacionales, sin dudas es una lucha que encierra todo un aprendizaje.

El Servicio de Urología del Hospital Ricardo Gutiérrez de La Plata, festeja ahora 20 años de la primera cirugía de Reasignación Genital realizada en nuestro país a nivel del sistema público de salud. Y pienso en términos de ‘festejo’ porque aquella primera persona operada, que hoy tiene 70 años, festeja su cumpleaños a partir de 1997, fecha histórica y fundacional para ella y para nosotros. Esa cirugía pudo llevarse a cabo a través de una orden judicial, pero fundamentalmente por la necesidad y el deseo de una persona que depositó su confianza en el equipo médico que iba a realizar por primera vez este tipo de operaciones y que con decisión y solvencia dio respuesta a la demanda.

En esos tiempos el equipo estuvo en boca de todo un país, pues se trataba de una cirugía inédita y controversial, además no estaba permitida. La oposición de la mayoría de los integrantes de la comunidad médica, la ofensiva de la Iglesia y gran parte de la comunidad veía en aquella intervención la desestabilización de un status quo que tranquilizaba.

Hoy nuestro Equipo festeja la Ley de Identidad de Género y la milita. Hoy este Equipo cambió su nombre, ahora es Equipo de Atención Integral a Personas Trans, y se hizo más grande con la incorporación de más disciplinas. Está compuesto por profesionales de las distintas áreas, comprometidos con dar respuestas a demandas cada vez mayores. El Equipo se compone de cirujanos, urólogos, una ginecóloga endocrinóloga, una psicóloga, un cirujano plástico, una enfermera y una secretaria; todos y todas trabajamos diariamente para y con personas trans poniendo el cuerpo a nuevos desafíos, siendo el más reciente y urgente la niñez trans.

El área de Reasignación Genital del Hospital Gutiérrez de La Plata “es uno de los principales referentes de este tipo de intervenciones en el país”, así informa una nota de Nicolás Maldonado en el Diario El Día. La nota agrega que,

Si bien al principio solo atendía a unos pocos pacientes al año, a partir de 2012 con la entrada en vigencia de la Ley de Identidad de Género Autopercibida -que introdujo la posibilidad de solicitar las prácticas médicas necesarias para adaptar el cuerpo a la identidad sexual en que se reconoce cada quien- su cantidad de consultas creció en forma exponencial. De hecho, actualmente atiende a unas 800 personas por año provenientes de todo el país e incluso del exterior. (Nov/12/2107)

Y finaliza Maldonado informando que el Equipo “no solo está compuesto por médicos de diversas disciplinas, sino también por una fonoaudióloga y una psicóloga, entre otros profesionales que trabajan a la par.”

“Por todas partes se oye el rumor del conflicto entre la permanencia y el cambio, entre la identidad y la diferencia, entre la frontera y el oleaje, en fin, entre los que se quedan y los que están obligados a partir, entre la muerte y el deseo”, escribe Preciado en el post ya citado. La gente se manifiesta públicamente tanto para aceptar como para rechazar la cuestión trans, pero los sectores que rechazan, rechazan el derecho humano a construir una identidad sin fronteras, rechazan el derecho a ejercer procesos soberanos de subjetivación. Debemos respetar la decisión de quienes eligen estar en unentre-lugar, sin necesidad ni deseo de definir su género según matrices femeninas o masculinas.

En la construcción, armado y tallado de las subjetividades diversas emergen las voces de personas que ofrecen y suman sus historias, soportando a veces con más paciencia, a veces con menos, la lejanía de la autonomía de los cuerpos y las decisiones. A las personas trans les debemos mucho, todo. Sobre todo y fundamentalmente el respeto y el abrazo. Solo pensando en un trabajo profundo, real y articulado entre la sociedad, el Estado y los organismos de Salud y Educación, podrá garantizarse un giro cultural que reconozca la responsabilidad y la autonomía de los cuerpos como sujetos activos en la voz de los discursos médicos, psiquiátricos y jurídicos.

Por último, invito a leer lo que, también a mi pedido como aporte a esta nota, escribió la psicóloga Andrea Pineda (integrante y compañera del Equipo del Gutiérrez) bajo el título El género de la voz:

En la entrevista psicológica, en el marco de la atención integral a personas trans, nos encontramos con la relación que cada una/o establece con su voz.

Sin quedar por fuera de los estereotipos culturales del género, la voz de hombre o la voz de mujer se presentan como cuestiones nodales en el espacio de consulta, demandando incluso la derivación al área de Fonoaudiología.

Replicando el modelo de atributos “esperables” dentro de la división binaria entre los sexos -para el varón una voz masculina (áspera y grave), para la mujer una voz femenina (suave y aguda)-, la demanda de consulta y tratamiento retoma, en algunos casos, ese modelo bipartito donde no habría más opción que quedar ubicada/o de un lado u otro del casillero.

Sin embargo, más que analizar la demanda de hacer coincidir “el audio con el video” (como le decía una consultante a la fonoaudióloga del equipo), lo que nos interesa es pensar cómo abordar esa cuestión, entendiendo que el género es una construcción social, cultural y política que espera de los sujetos su instalación en lugares pre fijados.

Los tratamientos de hormonización, la reeducación de la voz y las cirugías de reasignación de sexo -sin que para acceder a ello sea necesario pasar por evaluaciones de ningún tipo- son esenciales para el mejoramiento de la calidad de vida de las personas trans.

El derecho a acceder a una atención integral de la salud ha sido el resultado de años de militancia y participación de las organizaciones LGTBI. Y es desde este marco que garantiza la salud integral (previsto por la Ley de Identidad de Género), que consideramos imprescindible -además de atender lo que afecta directamente al cuerpo biológico- la circulación de la voz a través de la palabra.

Las intervenciones de los cuerpos y en los cuerpos no son sin los anudamientos singulares que involucran a los sujetos. Por lo tanto, los abordajes integrales e interdisciplinarios, tal y como los prevé la ley, son indispensables. Las identidades se sostienen en la historia de cada una/o, de quien se transfiere a través de la palabra, esa que se deconstruye y vuelve a construirse en el uno por uno, esa que siempre está dirigida a un otro.

Durante muchos años las voces trans estuvieron silenciadas en los espacios de decisión. Hoy, cuando aún queda mucho camino por andar, empiezan a hacerse oír.

En Psicoanálisis, la voz se constituye como uno de los objetos de la pulsión, correspondiéndole lo invocante de la misma. Ninguno de los objetos de la pulsión es natural, pues se construye entre el sujeto y el Otro de la palabra, por eso su característica fundamental es que se constituye al cederse, al dirigirse a ese Otro.

Como vemos, la voz como objeto de la pulsión (objeto a, diremos en Psicoanálisis) nada tiene que ver con la voz como instrumento, es decir, con su aspecto más “natural”, con esa voz que puede ser transformada o re-educada.

La voz en tanto objeto a, en tanto objeto perdido, solo resuena en el campo del Otro, por eso Jacques Lacan plantea que el sujeto recibe del Otro su propio mensaje de forma invertida. Al estar en ese lugar del Otro, la voz siempre se nos presenta como ajena.

Mientras el abordaje fonoaudiológico opera con el instrumento voz, con eso que cada una y cada uno identifica como propio -para tomarlo o transformarlo-, en el espacio de la entrevista psicológica tomamos su resto, lo que de ella es ajeno, lo áfono, y con ese resto relanzamos la circulación de la palabra con la dificultad adicional de entender que la palabra no es la voz, ni siquiera algo del hablar.

En ese intrincado campo entre el sujeto y el Otro operamos sin bisturí para relanzar las palabras que ayuden a hacer más vivible cada historia en su singularidad: la voz de cada una/o en eso que se escurre entre las clasificaciones de género. (2017)

Tenemos mucho por delante, estamos comenzando un camino donde hay más preguntas que respuestas, y es bueno que así sea; sin dudas el tránsito se está haciendo a base de pruebas y errores, pero siempre respetuosamente. Probablemente el convencimiento de muchas afirmaciones de hoy nos haga dudar mañana. En fin, de eso se trata, de crecer y cambiar evolucionando.

Creo fundamental trabajar escuchando a quienes nos antecedieron, escuchando a quienes ponen diariamente el cuerpo en la lucha., poniendo al servicio mi cuerpo y mi voz.

Llamadas

1. Ley 26618.

2. Ley 26743.

3. “Trans nombra a todas aquellas personas que viven en un género diferente al ‘sexo’ asignado al nacer o eligen el tránsito, negándose a habitar un solo género, independientemente de que se hayan producido modificaciones corporales tanto a través de tratamientos hormonales como quirúrgicos.” (Capicüa, 2014, p. 20).

4. Primer Congreso Iberoamericano de Voz Profesional y Clínica Vocal, organizado por la Escuela de Fonoaudiolo-gía de la Facultad de Medicina (Universidad de Chile).

5. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Discorders (APA).

6. “Otra voz”. En Parole de Queer. Recuperado de http://paroledequeer.blogspot.com.ar/2015/10/otra-voz-por-paul-b-preciado.html

Referencias bibliográficas

Capicüa. (2014). Aportes para pensar la salud de las personas trans. Actualizando el paradigma de derechos humanos en salud. Recuperado de: www.capicuadiversidad.org.

Dólar, M. (2007). Una voz y nada más. Buenos Aires: Borde Manantial.

Elichiry, N. (2009). Escuela y aprendizajes. Trabajos de Psicología Educacional. Buenos AIres: Ed. Manantial.

Farías, P. G. (2007). Ejercicios para restaurar la función vocal. Observaciones clínicas. Buenos Aires: Akadia Editorial.

Farías, P. G. (2012). La disfonía ocupacional. Buenos AIres: Akadia Editorial.

Maldonado, N. (2017). A veinte años de una cirugía histórica, la primera reasignación genital del país. Diario El Día, pp. 20-22.

Morin, E. (2005). Sobre la interdisciplinariedad. Boletín Centre International de Recherches et Etudes Transdisciplinaires, 2.

Piaget, Jean (1976). Los mecanismos del desarrollo mental. Madrid: Editora Nacional.

Preciado, Paul B. (2010). Otra voz. Parole de Queer. Recuperado de http://paroledequeer.blogspot.com.ar/2015/10/otra-voz-por-paul-b-preciado.html 29

Zangroniz, Virginia (2016). Experiencias en salud y estética vocal con personas trans. Revista Cheap Nike Trainers Científica de la Regional La Plata. Colegio de Fonoaudiólogos de la Provincia de Buenos Aires, 3(4), 19-23.

 

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